Hace ya varios años que la Denominación de Origen Manchuela concentra todas sus acciones en un firme objetivo: potenciar al máximo la calidad de sus productos. En este sentido, los vinos de la Manchuela gozan de un importante reconocimiento en el mercado nacional e internacional.
Como dato relevante, más del 80% de la producción que se genera en La Manchuela se vende mediante exportación a otros países.
Esta denominación de origen es una de las más jóvenes de todo el territorio español. Sin embargo, gracias a los avances tecnológicos y la destreza de sus viticultores ha obtenido un sobresaliente reconocimiento en un breve periodo de tiempo.
Por ello, en la siguiente información te animamos a descubrir cuáles son las principales características de los vinos de la Manchuela. Historia, orografía, clima y tipos de uva se fusionan para dar vida a unos de los mejores caldos del viñedo más grande del mundo.
Matices y paisajes de los vinos de la Manchuela
Aunque ya lo hemos comentado en anteriores ocasiones, La Manchuela se sitúa en un entorno totalmente privilegiado. Concretamente, en la parte baja de las sierras que separan Cuenca y Albacete de la vecina y fructífera Comunidad Valenciana.
Curiosamente, el paisaje que se extiende por toda esta zona es predominantemente suave, a diferencia de la extensa e inacabable llanura manchega. Se trata de una comarca con una solvente tradición vinatera, repleta de perfectos rincones para alcanzar la excelencia en todas y cada una de las añadas.
El abanico de posibilidades en los vinos de la Manchuela es muy amplio, garantizando siempre el maridaje preciso con la exquisita gastronomía española.
Vinos blancos de viva acidez, tintos jóvenes de gran intensidad, tintos de crianza que captan todas las miradas por su color rojo rubí y rosados brillantes. Todos ellos con una intensidad aromática y unos representativos sabores carnosos que no dejan indiferente a ningún paladar.
Profundizando en su historia
Todas las diferentes civilizaciones que dejaron su impronta en el sureste peninsular mantuvieron una estrecha relación con el vino como figura destacada. De este modo, se sentaron las bases de un rico patrimonio cultural con más de 2.400 años de antigüedad.
Aunque los vinos de la Manchuela se elaboran, en la actualidad, con novedosas técnicas y rigurosos controles de calidad, aún mantienen intacta su esencia milenaria. Una prueba de ello, sin ser la única, es el legado musulmán que se desprende por los cuatro costados de localidades como Alcalá del Júcar o Jorquera.
Por tanto, el marcado carácter y la diferenciada cultura que se respiran en sus calles, también impregnan cada una de las botellas que se producen en la comarca. En definitiva, se trata de una zona con gran riqueza natural y monumental. Sus pueblos continúan siendo el fiel reflejo de la fisonomía típica de Castilla-La Mancha.
¿Cómo es el suelo de la Manchuela?
Los valles ríos Júcar y Cabriel establecen los límites de la famosa Manchuela. Para llegar hasta ella, tan solo es necesario adentrarse en los terrenos que convergen entre la llanura de La Mancha y la Serranía de Cuenca.
Teniendo en cuenta las características del suelo, en esta zona adquieren especial importancia las formaciones sedimentarias y con gran erosión. Además, las alturas de los campos son homogéneas en toda su extensión, con suelos repletos de arcilla.
Por tanto, se reúnen las condiciones óptimas para el desarrollo de los mejores vinos de la Manchuela. Concretamente, la uva Bobal prospera con fuerza año tras año, ofreciendo racimos de gran tamaño y apetecible jugosidad.
Siente la auténtica Manchuela: sus condiciones climáticas
Los vinos de la Manchuela pueden presumir de recibir la influencia de un clima dotado de unas características muy particulares y largas horas de sol. Por ejemplo, durante las noches de verano corren vientos frescos y con cierta humedad que se originan en las tranquilas aguas del Mediterráneo.
De igual manera, estos fenómenos se producen en viñedos localizados a una altitud de entre 600 y 1.000 metros sobre el nivel del mar.
Además, el conocido como viento solano provoca que las temperaturas existentes durante el tiempo de maduración de la uva sean bastante elevadas. Este hecho tiene efectos inmediatos. Es decir, se produce un aumento de la presencia de taninos en los vinos, siendo una región vitivinícola muy especial para el cultivo de las variedades tintas.
Del mismo modo, todas las plantas son protagonistas de una perfecta insolación que se combina con la ausencia de lluvias durante los meses clave, entre mayo y septiembre. El resultado es una gran evolución de la uva y la potenciación del carácter ecológico natural de los productos elaborados en este rincón manchego.
Características generales de los vinos de la Manchuela
Una de las variedades de uva que más predomina en los vinos de la Manchuela es la Bobal, considerada como la piedra angular de esta denominación de origen. Sin duda, es la más apropiada para la elaboración de vinos rosados con notas frutales y florales.
Gracias a ella, pasan en boca matices de fresa, sandía, violetas y frambuesa, que dan cuerpo a vinos frescos, delicados y de amplio recorrido.
Y tampoco podemos olvidarnos de los tintos de la Manchuela con sus cinco características esenciales: concentrados, tánicos, intensos, equilibrados en cuanto a acidez y muy carnosos. Además de la Bobal, otras uvas como la Cencibel, Cabernet Sauvignon y Syrah son las ‘culpables’ de situar a Castilla-La Mancha como referente mundial de la enología.
Por último, los vinos blancos de la DO Manchuela son rápidamente reconocibles por su tono amarillo pálido con reflejos verdes. En conjunto, otras de sus características formales son su sutileza, brillo y transparencia.
No cabe duda de que son una apuesta segura para todos aquellos amantes de la persistencia floral, con elevada complejidad en nariz, pero manteniendo su peculiar equilibrio en boca. Sin embargo, la mejor forma de apreciar todas estas características es sobre el propio terreno, por lo que te invitamos a disfrutar de nuestra experiencia de enoturismo Vega Tolosa. ¡Te esperamos!